Historia del Buenos Aires Football Club
(1886-1951)

En 1867 se fundó en Buenos Aires el primer club de fútbol de Argentina y Sudamérica: el Buenos Ayres Football Club. Su reglamento era una mezcla entre fútbol y rugby, definido por consenso entre los jugadores. Este primer club se disolvió en 1870 debido a la epidemia de fiebre amarilla. Un segundo club con el mismo nombre se fundó en 1873, aunque no era continuidad directa del primero. En sus primeros años, sus miembros decidían cada temporada si jugar bajo las reglas del rugby o del fútbol, en un contexto complicado por la crisis económica que afectaba a la comunidad británica local.

Entre 1881 y 1883 la actividad deportiva casi desapareció, aunque lo poco que se jugaba era rugby. A partir de 1884, con la reactivación económica y la llegada de nuevos jóvenes británicos al país, el deporte comenzó a renacer. Equipos como el Great Southern Railway y el Central Argentine Railway empezaron a organizar partidos, marcando el regreso del entusiasmo deportivo en Buenos Aires y sus alrededores.

El tercer y último nacimiento del Buenos Aires Football Club

En 1885, el rugby comenzó a consolidarse en Buenos Aires gracias a partidos organizados por empleados del Ferrocarril del Sud y otras empresas británicas. Uno de los encuentros más destacados fue el enfrentamiento entre el Great Southern Railway y un equipo llamado Buenos Ayres, el cual ganó el partido, dando origen al impulso para la creación formal de un nuevo club. El entusiasmo de la comunidad británica por el rugby crecía, y The Standard alentaba la formación de un club permanente para la siguiente temporada.

Durante 1886, se incrementó la llegada de jóvenes británicos con experiencia en rugby, lo que impulsó la organización de partidos y la formación de equipos más estructurados. Finalmente, el 10 de junio de ese año se llevó a cabo la asamblea fundacional del tercer y definitivo Buenos Ayres Football Club en el Scotch School Room, con una asistencia de cerca de cincuenta personas. Se eligió una comisión directiva, se establecieron reglas y se fijó una membresía anual.

Reginald John Neild fue designado como el primer presidente del club, mientras que Wilfred Russell Simpson-Baikie fue elegido capitán. Ambos tuvieron trayectorias destacadas dentro y fuera del ámbito deportivo. Con su estructura formalizada y una agenda de partidos ya programada, el club iniciaba una nueva etapa que marcaría un hito en la historia del rugby argentino.

Primeras temporadas

La primera reunión de la Comisión Directiva del Buenos Ayres Football Club se llevó a cabo el 14 de junio de 1886, y diez días después se disputó su primer partido oficial frente al Great Southern Railway, resultando en una derrota para el club. A pesar de ello, su debut fue significativo y marcó el inicio formal de su actividad deportiva. Luego jugaron contra Rosario, con resultados mixtos, incluyendo una victoria en Buenos Aires ante dos mil espectadores. Ante la necesidad de un campo propio, el club eligió uno en Belgrano gracias a L. Billinghurst. En los años siguientes, la actividad fue limitada y, pese a las quejas de socios por la escasa cantidad de partidos, el club continuó enfrentando a sus tradicionales rivales, Rosario y el Great Southern Railway.

La década de 1890

Durante la presidencia de Miguel Juárez Célman, Argentina vivió una gran afluencia de inmigrantes británicos, en su mayoría jóvenes deportistas que revitalizaron el rugby local, lo que explica por qué hasta 1889 los rivales del Buenos Ayres Football Club (BAFC) fueron principalmente el Great Southern Railway y el Atlético del Rosario. En 1890, con el cónsul británico Ronald Bridgett como presidente, comenzaron a surgir nuevos clubes como Quilmes y Hurlingham, y el BAFC sumó más partidos, incluso una visita a Montevideo. En 1891 se fijaron oficialmente los colores del club, y también fue el año del primer campeonato de fútbol en Argentina. Las mujeres hicieron su aparición como espectadoras activas y el club fue brevemente arrestado en Rosario, sospechado de formar parte de una revolución.

Durante la década de 1890, aunque el rugby continuó, el número de partidos del BAFC por temporada fue limitado. Se consolidaron nuevos rivales como Belgrano Athletic Club y Old Bedfordians, estos últimos temidos por su nivel. En paralelo, se organizaron eventos sociales como el primer Smoking Concert y el histórico Charity Match de 1898. En cuanto a los campos de juego, el BAFC dejó de usar la cancha del Buenos Aires Cricket Club y comenzó a trasladarse a Lomas de Zamora, donde estableció una sólida relación con el Lomas AC. Denny Stokes, figura clave en los inicios del club, fue homenajeado en 1899, año en el que también destacó John C. Bellamy, quien marcó una era como capitán durante seis temporadas consecutivas.

La fundación de The River Plate Rugby Union Championship

El 7 de abril de 1899 se celebró la asamblea anual del Buenos Ayres Football Club en el restaurante Brunswick, con 25 socios presentes. Leslie William Corry-Smith presentó un balance económico positivo y se discutió la posible creación de un campeonato de rugby. Tres días después, el 10 de abril, se fundó oficialmente la River Plate Rugby Union Championship —hoy Unión Argentina de Rugby— en las oficinas de la revista River Plate Sport & Pastime. La Comisión Directiva estuvo integrada por representantes de Buenos Aires, Belgrano, Flores, Lomas y Rosario, y tuvo como principal impulsor a James Oswald Anderson, figura destacada del BAFC y alma mater del proyecto.

Ese mismo día por la tarde se celebró la primera reunión oficial de la flamante Unión, y poco después comenzó el primer campeonato de rugby de Latinoamérica. Participaron los clubes Buenos Aires, Belgrano, Flores, Lomas y Atlético del Rosario. El partido inaugural fue el 11 de mayo entre Lomas y Buenos Aires bajo una intensa lluvia, con victoria de Lomas 11-4. Las semifinales se jugaron en julio, y Lomas se consagró campeón tras vencer a Rosario, marcando el inicio formal del rugby competitivo en la región.

Siglo XX

Durante la primera década del siglo XX, el Buenos Ayres Football Club continuó con su carácter itinerante, utilizando diferentes canchas como las de Flores, Belgrano, Lomas, Hurlingham y finalmente la del Great Southern Railway en Lanús. A pesar del agradecimiento hacia los clubes anfitriones, en 1901 ya se planteaba la necesidad de contar con un campo propio, pero las opciones disponibles resultaban costosas o poco accesibles. Esta situación, sumada a las crecientes demandas de los socios, hizo que la obtención de un terreno propio se volviera una urgencia hacia 1910.

Mientras tanto, el club mantuvo su protagonismo deportivo: fue el gran campeón del rugby argentino durante la década, ganando siete títulos, incluidos cinco consecutivos entre 1900 y 1904. El número de clubes rivales creció, y con ello la competencia se intensificó. También aumentó la participación de jugadores argentinos en el equipo. Además de los torneos oficiales, se organizaron partidos internos entre nacionalidades y amistosos en estancias del interior. En 1910, el dominio del club quedó reflejado cuando diez de sus jugadores participaron en el primer partido entre equipos de Británicos y Argentinos.

La Quíntuple Corona

En el año 1900, el Buenos Ayres Football Club (BAFC) alcanzó por primera vez la final del campeonato tras vencer contundentemente a Rosario en la semifinal. La final, originalmente prevista para el 5 de agosto frente a Lomas, fue reprogramada por mal clima y se jugó el 12 de agosto, con gran concurrencia y una cuidada organización. BAFC se consagró campeón tras un ajustado 9-5, marcando el inicio de una era dorada. En los años siguientes, con capitanes como Bellamy, Allardice y Edye, el club repitió su dominio, ganando campeonatos consecutivos hasta 1904, cuando obtuvo la Copa Challenger de forma definitiva, pero decidió devolverla a la Unión para que siguiera en competencia.

Durante esta etapa, el club mantuvo una postura de liderazgo no solo en el campo de juego, sino también en cuestiones institucionales, como en 1902, cuando impugnó la utilización indebida de su nombre por otro equipo. Además, enfrentó reiteradamente a Rosario en finales muy disputadas, saliendo victorioso en la mayoría de ellas. La capitanía de Oswald St. John Gebbie desde 1904 marcó una etapa especialmente exitosa, con un invicto total ese año. El club demostró espíritu deportivo al devolver la copa ganada, dejando en ella una placa conmemorativa que certificaba su superioridad en esa etapa.

En 1908, tras dos años sin títulos, BAFC retomó su lugar en la cima al ganar la final contra Facultad de Medicina en un partido accidentado, observado incluso por el presidente Figueroa Alcorta. Al año siguiente, el club volvió a destacarse ganando tanto el campeonato como una nueva “Knock-out Competition”, organizada por la Unión. En una final muy cerrada contra Belgrano, ganó en tiempo suplementario con un try decisivo. Este período consagró al club como uno de los pilares del rugby argentino en su etapa fundacional, combinando excelencia deportiva, liderazgo institucional y un fuerte sentido de pertenencia a la tradición del juego.

Los años de la Primera Guerra Mundial

En 1910, el Buenos Aires Football Club logró establecer una sede fija para su práctica de rugby gracias a un acuerdo con el Pacific Railway AC en Santos Lugares, dejando atrás su política nómade. En ese mismo año, el club participó en importantes competencias locales e incluso enfrentó al primer equipo británico que visitó Argentina, en el marco del centenario de la Revolución de Mayo. De ese histórico encuentro surgió la primera selección argentina de rugby, capitaneada por Oswald St. John Gebbie, jugador del club.

A lo largo de la década siguiente, el club vivió momentos de gloria deportiva, como la obtención de títulos en 1912 y 1915, pero también se vio profundamente afectado por la Primera Guerra Mundial. Muchos de sus jugadores se alistaron voluntariamente, lo que mermó su plantel y complicó su participación en los torneos. En 1918, el club decidió retirarse temporalmente de la competencia oficial ante la falta de jugadores, situación que se extendió hasta 1919.

El conflicto bélico dejó una huella imborrable en la historia del club. De los más de ochenta miembros que respondieron al llamado del Rey, cuarenta y seis partieron a Europa y nueve nunca regresaron. Entre ellos se encontraban jugadores destacados como Harold Percy Clarke, F.W.C. Sawyer y John A. Campbell. Muchos fueron condecorados por su valentía, consolidando un legado de compromiso y sacrificio que marcó una época en la vida del Buenos Aires Football Club.

Los años Veinte

Durante la década de 1920, el rugby argentino vivió un gran crecimiento. El número de clubes afiliados pasó de nueve en 1920 a veintitrés en 1930, distribuidos en cuatro divisiones. El Club Atlético San Isidro dominó los campeonatos, mientras que el Buenos Aires Football Club (BAFC) también creció significativamente, pasando de 108 a 200 socios. BAFC se instaló en la cancha de cricket del Buenos Aires Cricket Club en Palermo, lo que favoreció la llegada de nuevos jugadores. En ese periodo, el club participó activamente en competiciones y fundó divisiones inferiores conforme se expandía el deporte.

Uno de los momentos más destacados fue en 1921, cuando BAFC organizó el primer torneo de Seven-a-Side en Argentina. Inicialmente con equipos internos, el evento se amplió rápidamente a otros clubes. El éxito fue rotundo, tanto por lo deportivo como por el ambiente social, incluyendo un asado popular. Este evento se convirtió en tradición, celebrándose todos los 9 de julio, y se transformó en un símbolo de camaradería más allá de la competencia.

Durante estos años también se fortalecieron los lazos internacionales, especialmente con Montevideo RFC, con quienes se retomaron partidos de ida y vuelta. A pesar de algunos altibajos en el rendimiento entre 1922 y 1924, BAFC mostró una gran recuperación en 1925, alcanzando la final de la Knock-Out Competition. Ese mismo año se consolidó el ingreso de jugadores jóvenes provenientes del St. George’s College, lo que tuvo un impacto duradero en el nivel del equipo.

En la segunda mitad de la década, el club mantuvo campañas sólidas y siguió creciendo. En 1927, terminó tercero en el campeonato y fue el equipo más goleador. Ese año también se recibió a un equipo británico, que dejó en evidencia la superioridad del rugby europeo, aunque los argentinos ya mostraban una identidad de juego propia. Esta gira fue organizada en parte por el propio presidente del club, consolidando el rol del BAFC como protagonista en el desarrollo del rugby argentino.

Los años Treinta

A comienzos de los años 30, el rugby del club atravesó una etapa de gran declive, con un bajo rendimiento y falta de compromiso por parte de los jugadores. Sin embargo, en 1932, bajo el liderazgo de Charles Huntley Robertson, el equipo tuvo un resurgir notable, logrando una campaña destacada y representando al país frente a Sudáfrica. A pesar de algunos tropiezos en las siguientes temporadas, como la pérdida de jugadores clave y la competencia del club Old Georgian, el espíritu deportivo y de camaradería se mantuvo con iniciativas como cenas mensuales y torneos de golf.

Durante la segunda mitad de la década, surgieron nuevos desafíos, como la falta de una sede propia y la necesidad urgente de renovar los planteles. Esto motivó la búsqueda de jóvenes talentos en escuelas como St. Andrew’s y llevó a la adquisición de un terreno en Don Torcuato. Mientras tanto, clubes como el Old Georgian y el naciente San Isidro Club ganaban protagonismo. En 1936, el club celebró su 50° aniversario y enfrentó a los British Lions, pero la salida de jugadores hacia la guerra comenzó a debilitar sus filas, afectando el desempeño en los campeonatos.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, muchos jugadores se enlistaron, lo que obligó al club a reorganizar sus equipos y enfocar sus esfuerzos en mantener su lugar en el rugby local. La situación financiera también se volvió crítica, pero se compensó con el apoyo de exmiembros a través del "Volunteer Adoption Scheme". Para 1941, se optó por no participar en Primera División y competir con un equipo más reducido, decisión que permitió cierta continuidad pese a las adversidades. Aún en medio de la guerra, el club logró sostener el espíritu deportivo gracias a la dedicación de sus jugadores y dirigentes.

Don Torcuato

En 1942, en medio de la incertidumbre provocada por la guerra y la constante pérdida de jugadores, el club decidió sostener su actividad enfocándose en los juveniles, considerados el futuro del Buenos Aires Football Club. A pesar de las dificultades, logró inscribir la misma cantidad de equipos que el año anterior, con un gran esfuerzo colectivo. El equipo de Tercera División tuvo un muy buen desempeño, terminando segundo en su zona. Sin embargo, la situación se volvió insostenible y en 1943 solo se presentó un equipo en Cuarta División.

Durante esos años difíciles, el club logró concretar un paso fundamental: la adquisición definitiva del predio en Don Torcuato, gracias al apoyo de la firma The River Plate Trust. Aunque aún no estaba en condiciones para una mudanza total, en 1944 se celebró allí el primer asado, junto con el tradicional Seven a side. Ese año, el equipo principal volvió a destacarse en Tercera División, perdiendo solo ante el potente Pucará. Incluso sin su capitán lesionado, mantuvo una campaña sólida y llegó a semifinales en el Seven anual, lo que demostró la resiliencia y el espíritu competitivo del club.

Fin de la Primera Guerra

Tras el fin de la guerra, el Buenos Aires Football Club comenzó a reactivarse, aunque con cierta frustración deportiva, como en 1946, cuando quedó segundo en su zona y sin ascenso. No obstante, se evidenciaban signos de recuperación institucional, como la vuelta del Rugger Dance y la celebración del 60° aniversario del club. Además, muchos socios regresaban de Europa, renovando el vínculo con el club. En 1947, la Unión promovió al equipo a Segunda División, y con el regreso de antiguos jugadores, el club vivió un año de entusiasmo y reconstrucción, a pesar del incendio del pabellón en Palermo.

En 1948, pese a la pérdida del pabellón, el equipo logró mantenerse fuerte y obtuvo el segundo puesto, lo que le permitió ascender nuevamente a Primera División. El esfuerzo colectivo, liderado por Peter MacAdam, fue clave en este logro. El campo de Palermo fue declarado Monumento Histórico, lo que generó expectativas de reconstrucción. En 1949, el regreso a la máxima categoría se concretó y, con el ingreso de jóvenes de St. Andrew’s, se reforzaron las divisiones inferiores, superando los 400 socios activos.

Sin embargo, en 1950, la Municipalidad finalizó la concesión del campo en Palermo, sorprendiendo al club. El último partido allí fue ante Hindú, marcando el fin de una era. Todos los bienes fueron trasladados a Don Torcuato, aunque el predio aún no estaba listo. Clubes amigos ofrecieron sus canchas y vestuarios, permitiendo al equipo seguir compitiendo. Comenzaba así una nueva etapa, valorando la visión de quienes habían asegurado el terreno de Don Torcuato para el futuro del club.

Memoria Viva

Ronald Scott, el socio más antiguo del Buenos Aires Cricket & Rugby Club, compartió sus vívidos recuerdos de los años 30 y 40, cuando jugaba al cricket y rugby en la histórica cancha de Palermo. Con 96 años al momento de la entrevista, su memoria seguía intacta, reviviendo detalles del club, del ambiente británico que lo rodeaba y de los tiempos en que el deporte era una extensión de la vida escolar. Recordó con precisión la estructura del club, los encuentros sociales, y cómo BA representaba un espacio de pertenencia, camaradería y fair play.

Además, rememoró a compañeros que lucharon y murieron en la Segunda Guerra Mundial, evocando sus personalidades y circunstancias de sus fallecimientos, como Hugo Anson May, Fitzherbert y los hermanos McCallum. Su vínculo con el club se mantuvo firme tras su regreso de la guerra, cuando fue llamado a colaborar económicamente durante una etapa crítica. A partir de entonces, se convirtió en miembro vitalicio. Su testimonio dejó un valioso legado de memoria viva sobre la historia del club y sus héroes anónimos.

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